No te calles Atalaya de Dios : ¿A quién oye el mundo?

sábado, 19 de diciembre de 2015

¿A quién oye el mundo?

Muchos de los predicadores de hoy en día, alimentan el ego y el orgullo de las personas diciendo, proclamando y predicando lo que el mundo quiere oír hoy.

Esta clase de prédica, no hace otra cosa que alejar a las personas de la dependencia de Dios, y acercándolas a la auto-suficiencia.

El Señor nos dice en su Palabra en 1 Juan 1: 5-6: " Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad".

Andemos como Él anduvo, así sabremos que verdaderamente le pertenecemos!

"Sirviendo al Dios Yo" ***Mensaje*** -1-

"Sirviendo al Dios Yo" ***Mensaje*** -2-

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

¿Quiénes somos?

Este blog tiene como finalidad advertir al pueblo de Dios del peligro espiritual y la apostasía que existe actualmente inclusive en las mismas Iglesias cristianas.

Nosotros, los ATALAYAS de Cristo del siglo XXI no nos podemos callar. Tenemos como deber ante Dios, de advertir, predicar y reprender las obras de las tinieblas! Si callamos ante toda esta apostasía simplemente estaremos de acuerdo, y haciéndonos cómplices. La cuestión no es si lo vamos a frenar, porque esto le corresponde a Dios, pero si vamos a levantar la voz llevando lo que la Palabra dice contra esta apostasía cueste lo que cueste. Si no lo hacemos ahora no creo que lo hagamos después cuando el precio pueda ser la vida misma.Recordemos que los reyes de la antigüedad defendían sus ciudades con muros altos y gruesos, de piedra. Encima de esos muros, había torres desde donde los atalayas podían ver a los enemigos que se disponían a atacar cuando aún estaban lejos. El atalaya tenía por obligación; velar y sonar la alarma cuando el peligro se acercaba; y, ¡ay! del atalaya que se quedara dormido en tanto vigilaba, o que, por cualquier causa, no sonara la alarma cuando había peligro, pues pagaba el descuido con su vida.

Dios le dijo a su profeta Ezequiel: “Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya y los amonestarás de mi parte. Cuando yo dijere al impío; de cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad; pero su sangre demandaré de tu mano. Pero si tú amonestares al impío, y él no se convirtiere de su impiedad y de su mal camino, él morirá por su maldad, pero tú habrás librado tu alma. Si el justo se apartare de su justicia e hiciere maldad, y pusiere yo tropiezo delante de él, él morirá, porque tú no le amonestaste; en su pecado morirá, y sus justicias que había hecho no vendrán en memoria; pero su sangre demandaré de tu mano. Pero si al justo amonestares para que no peque, y no pecare, de cierto vivirá porque fue amonestado; y tú habrás librado tu alma. Ezequiel 3: 17-21.La Palabra de Dios para los cristianos de hoy día es la misma: Tenemos que amonestar el pecado y advertir más que nunca al pueblo de Dios y al mundo sobre la verdad, y la sana doctrina del evangelio. Sólo así libraremos nuestra alma.

Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren” 1 Timoteo 4: 16.Pero muchos predicadores de hoy día les gusta más ser diplomáticos que atalayas. Muchos han llegado a ser tan amigables con las fuerzas del pecado, que realmente tenemos al enemigo por atalaya.

¿Eres tú un cristiano que tomas en serio la carga que Dios te ha dado? Tenemos la obligación de advertir al pueblo de Dios y a los que son llamados por Dios, del peligro espiritual al cual nos enfrentamos en estos últimos tiempos. Son tiempos de apostasía y de mucho peligro espiritual. Predica la verdad, la sana doctrina, tal como la Biblia la dice. No te preocupes por la popularidad. Rechaza toda oferta de predicar por dinero. No permitas que nada – ninguna creencia humana, ninguna filosofía o declaración de hombres – te sea más importante que la Palabra de Dios, pues él ha decretado que tanto los predicadores, como los que se sientan en las bancas de tu Iglesia y los que andan en las calles se arrepientan, o mueran. ¿Estás entregándoles este mensaje? Si no, ¿Qué del decreto de Dios para ti: “Advierte al impío, o muere?